domingo, 9 de septiembre de 2007


Independiente está como su estadio: en construcción. Superada la fantasía de las cuatro primeras fechas, en la que los más optimistas creían ver en el equipo del leonino Troglio una máquina sin fisuras, hubo que reacomodar las piezas, o mejor dicho las aspiraciones, tras la vuelta a la realidad que significó la caída frente al granítico Boca. Y más todavía, cuando ese recorte de las expectativas se profundizó con un nuevo tropiezo, esta vez, frente al Gimnasia del entrenador de los gestos tiernos: Julio César Falcioni.Entonces, lo que hasta ese momento quedaba de algún modo silenciado por el empuje avasallante de los triunfos en cadena, saltó a la luz. Y anoche, frente a los sanjuaninos de San Martín, en especial cuando se pusieron en ventaja sacándoles el jugo a sus módicos atributos —todos atrás y Dios de nueve, achique de espacios, algún contraataque, algún tiro libre de Brusco—, volvió a quedar en claro: salvo por la tapada del final a Carreño, Assmann todavía está lejos de ser un Harry Potter, como diría el escritor mexicano Juan Villoro, una taquillera combinación de magia y juventud; los centrales Matheu y Rodríguez están más cerca de recrear los movimientos de una dupla de presidiarios en fuga que lo que podrían ofrecer en su momento Villaverde y Trossero; el volante central, tal el acierto de Pepé Santoro cuando se hizo cargo de este equipo, debe ser el chico Calello; pese a sus lagunas, el Rengo Díaz es el socio más apropiado para Montenegro; y adelante, Independiente no se puede dar el lujo de jugar sin dos atacantes. De esta manera, con Fredes, Calello, el Rengo, el Rolfi, Sosa y Denis, llegaron los mejores momentos del que lidera el torneo junto con Tigre y Boca, aunque sea hasta hoy, cuando se complete la séptima.Sí, a los 12 del segundo tiempo, Troglio se animó y puso al Rengo por Herrón. Quedaba poco tiempo, es cierto. Algo más de media hora. Pero Independiente ganó en manejo, en llegada. Pese a sus intermitencias, queda dicho, entró el Rengo y, en esa misma jugada, provocó un cruce de Agüero sobre Sosa al límite. Un rato más tarde, cuando Independiente le inclinaba la cancha a su propia ansiedad, llegó el centro de Díaz que terminó en gol tras un cabezazo del Rolfi.Al fin de cuentas, es lo que hay. Hacé visera y esperá que Troglio le dé más rodaje a este equipo. Si no, más que en construcción, lo del Rojo será como su estadio pero por el proceso de derrumbe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

BIEN POR ASSMAN SI NOS METIAN ESA QUE QUILOMBO QUE SE IVA A ARMAR!!